Maestro, enséñame a orar, porque después de haber caminado contigo por tanto tiempo, increíblemente no sé cómo hacerlo. Mis manos extendidas están vacías de significado, abrazando el aire de mi nada y mi soledad, mis golpes de pecho no me causan pesar de mis errores y del daño que he causado, y arrodillarme ante ti no tiene sentido, si muchas veces ya vivo arrodillado a mis propias esclavitudes...
¿cómo orar?
A veces empiezo a balbucear rezos aprendidos, leyendo fórmulas que yo no elaboré, maneras que yo no siento y rituales que aún no comprendo. Aún rezo como los niños, o peor; siendo adulto aún tengo la fe de un niño... prometo cosas, pido lo que yo mismo me puedo conceder: rezo sin fe, sin esperanza, como una terapia de desahogo, como hablar solo para "soltar" estrés y tensiones.
"Paz a ustedes" nos dices a todos los que vivimos esta Pascua tan peculiar: sin glorias, aleluyas, ni aplausos en los templos abarrotados... nos das la paz y ni siquiera podemos darnos el saludo de la paz. Este tiempo tan difícil es como mi oración, muchas veces, con palabras bonitas que no se sienten bonito, con sermones que ni yo me creo, con normas pesadas que desearía no tener sobre mis hombros cansados de tantas penas.
"Paz"... ¡Señor, la quiero! porque antes la he gustado... esa paz que tú das, no se parece a nada que haya conocido antes. No es la paz de los charlatanes, oradores e hipócritas. Es la paz de un hombre glorioso que venció las más oscuras tinieblas, la paz del Resucitado por el Padre Dios, ¡Señor, necesito tu paz!
Derrámala como lluvia, como cascada, y que empape todo mi ser... que no se pierda, que no se evapore de mi piel, que la puedan sentir cuantos me rodean, cuántos me tocan... y que la bendición de tu paz, permanezca en mi para siempre. Amén.
El Señor te conceda la paz y el bien, así sea.
Fray Maseo para "El Semi en la red" Facebook.
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Que el Señor te conceda su paz.