Amado Jesús,
En tu despedida, antes de entrar en la plenitud del Padre, has dicho que no te veremos, pero luego de un breve tiempo te veremos, y nos llenaremos de alegría.
En esta semana, cuando los cristianos volvemos nuestra mirada a la naturaleza, al cuidado de nuestra casa común y renovamos nuestro compromiso por cuidarla, quiero volver mi mirada a tu creación, y reconocer que no estás ausente, ¡que en tus criaturas te puedo ver!
Perdóname Señor, por mis ojos abiertos a tantas cosas inútiles, pero cegados a contemplarte en tu hermosa creación. Perdóname porque no la cuido, ni protejo, y ni siquiera conozco los problemas ambientales de mi país, ni me preocupo por aportar; soy indiferente, creo que son cosas inventadas y me limito a hablar mal de los gobernantes y empresarios... solo pienso en mis propios problemas y preocupaciones, y no pienso en quienes ya sufren el daño ambiental en el mundo. Perdóname Señor, porque prefiero el ruido de aparatos electrónicos a escuchar en silencio de mañanas y noches cómo cantan las aves, como el cielo te proclama: ¡Alabado seas, mi Señor!
Como Pablo, quiero vivir a tiempo completo, desde mi condición, dedicado a alabar a tu presencia en el mundo, y a defender mi casa, que es esta tierra donde me has puesto. Amén.
Comentarios
Publicar un comentario
Que el Señor te conceda su paz.