Amado Jesús:
Me pongo en tu presencia con mi mente, siendo consciente de que en mi ser poseo el sello de Espíritu;
En el silencio, haciendo reposar mi cuerpo y mi respiración, templo tuyo abierto a Ti;
En actitud de contemplación ante tu Palabra, la que puedo leer y aún meditar, con el simple ejercicio de recordarlas con agrado:
Vengo ante ti cansado y agobiado, queriendo depositar mis cargas en Ti.
Jesús mío:
Dame tu yugo ligero y tu carga liviana, para seguir mi camino, pero esta vez vivificado por Ti... nuevamente he olvidado caminar contigo, pero nuevamente me dejo encontrar por tu amor: esa es la carga que quiero llevar sobre mi pequeño corazón.
Jesús, Maestro Bueno:
Déjame reposar mi cabeza en tu pecho, cerrar mis ojos y sentir tu respiración divina sobre mis sienes. Déjame abrazar tu carne llagada y donada... comulgar con tu sangre entregada y salvadora. Hazme nuevamente discípulo, del Padre dame el pan cotidiano y toca mi corazón egoísta e indiferente: hazme descansar en Ti, y dar descanso a los demás.
Jesús, hermano nuestro:
Ensancha mis brazos para todos los que me rodean, déjame descubrir en ellos tu huella, amarte en ellos, ser tu misericordia para ellos... ser un solo corazón y una sola alma, para que muriendo en ti, nazcamos a la vida nueva de tu Reino, cada día.
Gracias mi Jesús, porque ahora siento descanso y paz verdaderas.
AMÉN.

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Que el Señor te conceda su paz.