Renovación cotidiana de la consagración bautismal

En este día, día de salvación, me presento ante ti, Señor, como un niño:

Pequeño y necesitado en todo de ti,

Sin conciencia de tu amor y mi inocencia,

Lleno de fascinación por el mundo inmenso que me rodea,

Cobijado por mis hermanas mayores, las creaturas todas...

descansando en el amor y afecto de las personas con las que me llamaste a vivir esta vida.

En este día, día de iluminación, me presento con mis experiencias de vida:

Agradecido por el don de la vida, de la fe en tu verdadera presencia, por el don de tu llamada ser tu hijo, hermano y templo.

Con el corazón lleno de heridas de pecado, dolor por mis egoísmos e insensibilidades, pesar por el daño que hago y que me hacen: infidelidad, traiciones, violencia, impureza y maldiciones.

Mi historia contigo: con tu dulce nombre, tus palabras que retumban en mi corazón, tu gracia y verdad que se graban en mi mente; tu Santo Espíritu con el cual me ungiste de alegría.

En este día, día de libertad, me presento ante ti con un espíritu joven:

Renovado por las aguas de la vida y la luz de la verdad,

Con los ojos abiertos y los brazos alzados para todos los que llamo hermanos y hermanas.

Con los pies disponibles para caminar y acercar...

Con el firme propósito de renunciar al mal y asumir el bien.

En este día, donde el pan cotidiano me das, te doy gracias por el inmenso privilegio y oportunidad...

... de renovar mi amor,

de experimentar tu paz,

de creer en ti,

de hacer una nueva humanidad.

Amén. 



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