Hijo mío, hija mía

Hijo mío, hija mía:

te amo profundamente, porque aún antes de que existieras, te pensé.

Te pensé, te creé y porque te amo te destiné a compartir en felicidad mi amor contigo.

Más aún, cuando te alejaste de mí, pensé inmediatamente en reconciliarme contigo; te perdoné y te di la gracia del arrepentimiento, para que volvieras a mí si así lo decidías.


Nada ni nadie puede separarte del amor que yo te tengo hijo mío, hija mía. Ni la muerte misma te puede separar de mí, antes es ocasión para una vida nueva en mi amor.


Vive en el amor, sabiendo que tienes en el cielo un Padre y en tu corazón el Espíritu de mi Hijo que te llamó a amar hasta el extremo.


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