Jesús nos enseñó que Dios es nuestro Padre, porque nos ama entrañablemente como a hijos suyos.
Hasta que Jesús vino a este mundo, no conocíamos plenamente esta identidad paternal de Dios. Nuestro Dios entonces no era muy diferente de otros dioses creadores y vengadores de sus pueblos, que premiaban el culto y castigaban la falta de tributos o sacrificios.En Jesús, se nos revela que Dios es fiel no por una alianza o contrato; es fiel porque nos ama. Y nos ama tanto, que nos tiende la mano de la reconciliación aún cuando el ser humano reniegue de Él por el pecado. El pecado del hombre no quiere ser vengado sino perdonado, porque un Padre lo que realmente quiere es reunir a todos su hijos con sus brazos. El colmo de este amor se manifestó en Jesús mismo, engendrado como verdadero Dios y Señor nuestro, que vino a enseñarnos estas cosas no solo de palabra; sino entregando su propia vida en nuestro favor.
Más aún, envío con Él su Espíritu, para que no olvidáramos estas cosas y viniera en nuestro auxilio en los momentos de infidelidad, colmándonos de preciosos dones y carismas. Todo para nosotros, sus hijos amados.
La vida cristiana nunca perderá su dulzura y alegría si recordamos siempre que Dios es nuestro Padre.
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Que el Señor te conceda su paz.