Al caer la tarde.

Junto a ti, al caer la tarde y reposando en la seguridad de tu templo, te presento la ofrenda de este día: mi esfuerzo y también mi cansancio. Te entrego lo mejor del fruto de mi trabajo, las primicias de mi tiempo y pensamientos, así como la tierra en la cual no pude cosechar nada. Lo que pude hacer y lo que no, con el talento que me diste, te lo ofrezco nuevamente al finalizar la jornada.


Permíteme descansar de tanta fatiga en la seguridad de casa, apoyado en los muros de tu santuario y reposando sobre la tierra santa de tu presencia. Para desterrar de mi mente los fracasos y el pesimismo, dame a beber de la fuente viva de tu Palabra; quiero escucharte predicar sobre el Reino esperado por todos los tiempos y ser sanado por tu misericordia.


Al caer la oscuridad de la noche sobre el mundo, concédenos descansar en tu paz.


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