Uno de los símbolos cuaresmales más significativos es el camino. Decimos con razón que la Cuaresma es un camino hacia la Pascua y así se ve manifestado en la liturgia de la Palabra de este tiempo (cada día más intensa), las estaciones cuaresmales, procesiones litúrgicas y las devociones como el Via Crucis o "camino de la cruz". Vamos de camino, avanzamos hacia Jesús, pero al mismo tiempo Él es el Camino que conduce al Padre.
Por eso es bueno meditar que tan unidos a Jesús estamos ahora, qué tanto nos alejamos de su camino o si verdaderamente avanzamos. El criterio no puede ser un ideal de discípulo que aún no somos o si nos parecen "bonitas" las palabras del Maestro. Tampoco el criterio de seguimiento puede ser el reconocerme como los que solo dicen «¡Señor, Señor!» sino que sabremos que caminamos si seguimos las enseñanzas del Señor, tomamos nuestra cruz cada día y de ese modo radical lo seguimos. Seguir a medias no es seguir. Amar a medias no es amar. Entregar una parte no es entregarlo todo.
Por eso es bueno meditar que tan unidos a Jesús estamos ahora, qué tanto nos alejamos de su camino o si verdaderamente avanzamos. El criterio no puede ser un ideal de discípulo que aún no somos o si nos parecen "bonitas" las palabras del Maestro. Tampoco el criterio de seguimiento puede ser el reconocerme como los que solo dicen «¡Señor, Señor!» sino que sabremos que caminamos si seguimos las enseñanzas del Señor, tomamos nuestra cruz cada día y de ese modo radical lo seguimos. Seguir a medias no es seguir. Amar a medias no es amar. Entregar una parte no es entregarlo todo.
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Que el Señor te conceda su paz.