Dame fortaleza.

«Dame fortaleza» te pedimos a menudo, quizá sin entender la manera en la que Tú nos enseñas a ser fuertes. Dice el Apóstol que recibimos fortaleza de las pruebas que experimentamos: más es un don que recibimos antes de enfrentar desafíos, es una gracia que fructifica cuando nuestra fe es puesta a prueba. Al superar toda clase de dificultades en esta vida, nuestra fe se fortalece y se vuelve constante, lo cual es una cualidad necesaria para recibir de ti, Señor, toda clase de dones espirituales.
Danos fortaleza, Señor, para afrontar con alegría las contradicciones de esta vida, sabiendo que con ello nuestra fe se hace madura, nuestro amor es constante y nuestra esperanza nos da paz en el corazón.

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