El afán de mis días.

El afán de mis días no es ya el salario, ni la juventud, ni procurar mi placer, ni nada pasajero; es cumplir la que misión que Dios me ha encomendado y para la cual he venido a este mundo.

Para poderlo cumplir, El Señor me ha dicho libre de toda atadura y obstáculo que me impidan servir a la causa del Reino. Esta libertad debe ser cuidada y cultivada con alegría, no sea que se malogre y degenere en nuevas esclavitudes y cadenas. El Señor nos quiere libres para amar y servir.

El afán de mi vida será cumplir la voluntad de Dios y comunicar su Evangelio a todos los que me rodean.


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