Examen de conciencia nocturno.

Al finalizar la jornada me acerco a tu presencia, Padre bueno, a presentarte los dulces frutos de mis manos. Al lado de estos te presento la esterilidad de mi propia tierra, que junto con el buen fruto germinan en mi corazón.

Te presento mis aciertos y desaciertos. Si mi jornada ha sido más pesada que suave, te presento mi acción de gracias al igual que en los días buenos. No deseo decaer en mi plegaria en el gozo ni la acción de gracias en la tribulación. Gracias, Señor, por el pan de este día. 

Después de una jornada contigo por el camino, no sigas de largo, por favor: quédate conmigo cuando día cae y comienza la noche.

Durante las horas de la noche guarda mi corazón y recibe las cargas de mi faena; que mañana comience con ánimo renovado y que no arrastre nada de los afanes de la jornada que ya termina.

En tus manos, Señor, encomiendo mi Espíritu; Tú, Dios leal, me librarás.


Comentarios