Como el discípulo que espera recibir su enseñanza cotidiana, vengo ante ti a pedirte que me enseñes a contemplar. Enséñame a mirar con los ojos del Espíritu, a imitar la manera en la que tú ves: apelando a la esencia de las cosas, viendo el corazón y no las apariencias... descubriendo tu susurro oculto en la creación entera.
Enséñame, Jesús orante, a buscar la soledad y el silencio interior para poder escuchar la voz del Padre Dios. Enséñame a dominar mis sentidos para así encontrarte a ti, quien da el verdadero sentido. Ayúdame a mirar a mis hermanos con un sentido de anticipación; leyendo los signos de los tiempos y teniendo la iniciativa y la intuición para hacer realidad tu Reino aquí y ahora.
Que tu Palabra cause en mí la misma fascinación que causa en un niño la novedad de la vida; no quiero sentir que todo está dicho, que no hay más preguntas por hacer. Dame la Luz de tu Palabra para que en una constante novedad yo pueda sentir que me renuevo y me restauro.
Dame un espíritu contemplativo, que no se contente con lo aparente y ficticio. Quiero sentir desde ahora el bálsamo de tu gloria, para que sea mi consuelo en las horas de la cruz. Recuérdame mi eternidad cuando me sienta abrumado por mi mortalidad.
Enséñame, Jesús orante, a buscar la soledad y el silencio interior para poder escuchar la voz del Padre Dios. Enséñame a dominar mis sentidos para así encontrarte a ti, quien da el verdadero sentido. Ayúdame a mirar a mis hermanos con un sentido de anticipación; leyendo los signos de los tiempos y teniendo la iniciativa y la intuición para hacer realidad tu Reino aquí y ahora.
Que tu Palabra cause en mí la misma fascinación que causa en un niño la novedad de la vida; no quiero sentir que todo está dicho, que no hay más preguntas por hacer. Dame la Luz de tu Palabra para que en una constante novedad yo pueda sentir que me renuevo y me restauro.
Dame un espíritu contemplativo, que no se contente con lo aparente y ficticio. Quiero sentir desde ahora el bálsamo de tu gloria, para que sea mi consuelo en las horas de la cruz. Recuérdame mi eternidad cuando me sienta abrumado por mi mortalidad.
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Que el Señor te conceda su paz.