Promotor del perdón.

«Perdónanos como nosotros perdonamos» rezamos todos los días en la oración del Señor. Allí hay una invitación a ponernos frente a los roles del perdón: el que pide perdón y el que perdona. Y decimos entonces que queremos ser perdonados de la misma manera en que nosotros perdonamos: generosamente, con tacañería, con injusticia...
No es una sentencia esta petición, sino una invitación a ampliar la medida del perdón, porque no somos nosotros los jueces de la misericordia; es el Señor. Y este justo juez nos manda a ser misericordiosos como el Padre «que hace salir su sol sobre buenos y malos, y que hace llover sobre justos e injustos» (Mt 5).
Los cristianos somos promotores del perdón. Y no el perdón como negación de la justicia, sino como forma de transparentar a los demás el misterio de Jesús que, siendo justo, pagó el precio por todas las injusticias del mundo. Vivir así, por otro lado, nos ayuda a concentrar toda nuestra atención en la primera injusticia que debemos combatir: la nuestra.

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