Querido hermano.

Querido hermano,
Gracias por tu generosidad ante el llamado. Mucho se habla de lo bueno que has sido por haber respondido que sí al Señor y de lo difícil que puede ser tu vocación, pero poco se habla de las contrariedades que te significan. Por ellas y por mantener tu fidelidad a pesar de ellas te quiero dar las gracias. Sé que tú respuesta ha sido acompañada por el gozo de saberte realizado, porque así lo promete el Señor. Le pido al Señor que te recuerde este gozo en tus días de dificultad. Que por su gracia seas feliz y por medio de esa felicidad le manifiestes al mundo de modo profético que seguir a Jesús es la única y verdadera felicidad.

Querida hermana,
Gracias por renunciar a ser objeto de consejos y consolaciones para dedicarte de lleno a aconsejar y consolar al pueblo de Dios. Pocos entienden las soledades que llegas a experimentar y realmente muy pocos están capacitados para comprenderte y aún darte el más pequeño consejo. Le pido al Señor que te recuerde siempre que antes que nada tu primera consagración fue en el bautismo, lo cual te hermana con toda la Iglesia, en dónde cada quien a su modo lleva su cruz y ayuda a otros a llevarla. Gracias por confiar en la gracia de Dios.

Pero, sobre todo lo demás, hermano y hermana, gracias te doy por ser en el hoy del mundo un signo del mundo venidero: fraternidad de vida, caridad que tiende a ser perfecta, corrección fraterna, amor desinteresado, libertad de todo apego a lo pasajero y esperanza que encuentra en Dios su verdadera razón de ser.

Gracias, hermano y hermana, por el don de tu vida consagrada.

Comentarios