En el sueño de Dios, la casa está llena con todos sus hijos e hijas y la mesa del banquete está completa, porque todos los invitados han acudido. El sueño del Padre es «que todos se salven y lleguen al conocimiento de la verdad» (1Tm 2,4)
El sueño del Hijo de Dios es ser la luz que vino a las tinieblas del mundo y fue acogido por el mundo. El sueño de nuestro Señor es rescatarnos de la esclavitud del pecado y darnos gratuitamente la libertad de los hijos de Dios.
El sueño de Dios para el hombre en que sean dichosos todos aquellos que sufren, lloran y tienen hambre y sed de justicia, porque serán saciados y consolados.
Y el hombre... también sueña. En su corazón se cultiva la semilla de la gracia divina, que permite soñar en los sueños mismos de Dios.
Soñó Abraham con que sus hijos e hijas bendecidirían a todas las naciones. Moisés soñó con la libertad definitiva del pueblo de la alianza y el pueblo mismo soñó, cuando se vio perseguido, deportado y sometido, con los días de la libertad y del templo, adorando a su Dios con todo su corazón y todas sus fuerzas.
En la plenitud del tiempo, soñó un hombre llamado José. Soñó con Dios y conversó con Él. Su espíritu justo y soñador fue llamado a configurarse con los sueños de Dios hasta el punto de que ambos fueran una misma cosa: Dios sueña con salvar al ser humano de sus pecados y llevar a plenitud definitiva la antigua alianza, haciendo nuevas todas las cosas. Y ahora José sueña con que en su familia se llevará a cabo esta obra.
Anda, José y sueña con el Príncipe de la Paz, a quien tu le enseñarás como ser un hombre de verdad. Sueña con el cumplimiento definitivo de las antiguas promesas, ya olvidadas por muchos y contempla en los sueños de Dios la universalidad, la totalidad de la salvación. Será tu hijo, san José soñador, quien lleve a cabo los sueños de toda la humanidad y aún la creación entera, porque «los confines de la tierra han contemplado la victoria de nuestro Dios» (salmo 97)
San José, patrono de los que soñadores, ruega por nosotros.
[🖼️ Raúl Berzosa]
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Que el Señor te conceda su paz.