Las posibilidades de la cruz.

He decidido tomar mi cruz cotidiana, Jesús, y seguirte. Sé bien que la cruz es la suma de todas las contradicciones que he de experimentar a causa de seguirte. Sé que no es fácil, pero lo hago por ti, Señor mío, para permanecer contigo y porque te amo. Gracias, Señor, porque me permites abrazar la cruz como forma de unirme a ti, dándole sentido al sufrimiento, al que nadie le quiere dar sentido, más aún, se rehúsan a aceptarlo como parte de la realidad humana.
Tu cruz, Señor, me permite abrazar mi humanidad con toda su dureza. La esperanza de que Tú resucitarás de entre los muertos me consuela, porque esa misma gloria prometes a todos los que ahora padecemos contigo los dolores de la cruz.
¡Qué gran misterio el de un Dios crucificado! Aún hoy existen cristianos que prefieren adornar tus iconos con toda clase de cetros preciosos, vestiduras y coronas lujosas, sabiendo que Tú, Señor, siendo soberano del mundo, solo permitiste ser coronado de espinas y nuestros pecados te impusieron te desnudaron y te dieron solo una vara de caña por cetro. Hazme preferir, Señor, contemplar con amor tus imágenes de crucificado y que sean mis favoritas, para que recuerde que el mundo nunca te quiso y que tu entrega exige de mi parte dar la vida por mis hermanos y hermanas.


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