Queremos verte, Jesús. Y tus discípulos nos dicen: "Miren el árbol de la cruz".
De todas partes del mundo vienen a verte porque han oído algo acerca de ti. Al elevarte sobre la tierra, nos permites contemplarte, tanto a quienes estamos cerca como a quienes vienen de lejos. Los obreros de la primera hora y los que acaban de llegar, los que te siguen desde jóvenes y los que te encuentran en la vejez: todos somos llamados a reconocerte en el misterio de la cruz, el misterio de la entrega radical, donde no vale nada más que abrazarte en ella. La cruz no es de quien la distingue o de quien habla sobre ella; la cruz es de quien la abraza.
Quiero verte, Jesús crucificado, en aquellos que se crucifican por la verdad y el servicio en el mundo entero. También quiero vivir crucificado para el mundo, pero glorificado en tu gloria, la misma del Padre Dios que como puerta abierta está al alcance de quienes en todo tiempo y lugar vienen a buscarte.
Adorado seas, mi Jesús crucificado, que por tu santa cruz redimiste al mundo.
De todas partes del mundo vienen a verte porque han oído algo acerca de ti. Al elevarte sobre la tierra, nos permites contemplarte, tanto a quienes estamos cerca como a quienes vienen de lejos. Los obreros de la primera hora y los que acaban de llegar, los que te siguen desde jóvenes y los que te encuentran en la vejez: todos somos llamados a reconocerte en el misterio de la cruz, el misterio de la entrega radical, donde no vale nada más que abrazarte en ella. La cruz no es de quien la distingue o de quien habla sobre ella; la cruz es de quien la abraza.
Quiero verte, Jesús crucificado, en aquellos que se crucifican por la verdad y el servicio en el mundo entero. También quiero vivir crucificado para el mundo, pero glorificado en tu gloria, la misma del Padre Dios que como puerta abierta está al alcance de quienes en todo tiempo y lugar vienen a buscarte.
Adorado seas, mi Jesús crucificado, que por tu santa cruz redimiste al mundo.
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Que el Señor te conceda su paz.