Agente contra el mal.

Cuando leemos el pasaje de Mt 16, 18 que dice «y yo a mi vez te digo que tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y las puertas del Hades no prevalecerán contra ella», entendiendo el Hades como la mansión o lugar de la muerte, debemos entender que la Iglesia aquí no desempeña una función pasiva. Jesús no dice que la Iglesia está aguantando o resistiendo los ataques del mal, sino que ella es quien tiene la ofensiva y que, al llegar a las puertas de la casa de la muerte, ellas no le pueden oponer resistencia. No es casual que desde antiguo y sobre todo en Oriente, se ilustre la resurrección de Cristo como un bajar al lugar de los muertos («anástasis»), del cual retorna victorioso. Cristo penetra la mansión de la muerte, destruye sus puertas, rompe las cadenas de los que están allí retenidos y los saca de ese lugar para llevarlos al Reino de los Cielos. La Iglesia debe seguir ese camino y asumir una labor activa y sobre todo dinámica: ella no solo vino a resistir al mundo sino a vencerlo con el poder de su Dios y Señor (Jn 16, 33).

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