Un discípulo de Jesús debe procurar encontrarse con frecuencia con los hermanos en la mesa de la Palabra y la Eucaristía. De ese modo renueva su vínculo de amor con su Maestro y Señor y recuerda sus palabras de vida para llevarlas a su vida.
Del mismo modo, un discípulo de Jesús debe compartir su cotidianidad no solo con su Maestro en la oración, sino también con sus hermanas y hermanos. La cotidianidad del discípulo está llena de la caridad de su Maestro cuando ocupa su jornada en dirigir sus pensamientos a Dios, meditar sus enseñanzas y practicarlas en obras pequeñas.
Del mismo modo, un discípulo de Jesús debe compartir su cotidianidad no solo con su Maestro en la oración, sino también con sus hermanas y hermanos. La cotidianidad del discípulo está llena de la caridad de su Maestro cuando ocupa su jornada en dirigir sus pensamientos a Dios, meditar sus enseñanzas y practicarlas en obras pequeñas.
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Que el Señor te conceda su paz.