Jaculatorias

Es una hermosa costumbre cristiana (que compartimos con las otras religiones abrahámicas) el detenerse a lo largo de la jornada para pensar en Dios, alabar su bondad y encomendarle el progreso de nuestros quehaceres. Los clérigos rezan por deber al amanecer, al atardecer y antes de descansar. Los religiosos de clausura lo hacen aún en medio de la mañana y tarde y algunos durante la madrugada, inclusive. Los laicos suelen rezar las oraciones de la mañana y el ángelus, además de alguna jaculatoria y oración breve en cualquier momento del día.
Que bueno sería no perder esta costumbre y repetir a menudo, aunque sea mentalmente:
Jesús, confío en Ti.
Jesús, Hijo de Dios, ten piedad de mí.
Alabado sea Dios.
Señor, ten piedad de mí.
Señor mío y Dios mío.
Espíritu Santo, Ilumíname.
Santa María, ruega por nosotros.

Si el discípulo frecuentemente reflexiona sobre las palabras y enseñanzas de su Señor y Maestro, no dejará ningún momento del día sin santificar ni a ningún compañero del camino sin servir.


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