Tu eres mi día.

Aunque el día natural oscurece con el pasar de las horas y cae la noche, el cristiano vive en un día inmortal por la fe en la resurrección de Cristo:
«Noche ya no habrá; no tienen necesidad de luz de lámpara ni de luz del sol, porque el Señor Dios los alumbrará y reinarán por los siglos de los siglos» (Ap 22, 5)

Un juglar de Dios.

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