Alegría perfecta

Un cristiano no persigue el ideal de una «nada» (anatta) o también llamado «nirvana», donde el ser humano alcanza una quietud perfecta, tranquilidad absoluta y así una felicidad máxima donde no hay deseos ni personalidad. Los cristianos creemos que la paz verdadera y la alegría perfecta se alcanzan conservando en el corazón al Señor, quien trae descanso incluso en medio de las dificultades, donde el sufrimiento puede tener un valor liberador, donde llorar guarda consigo la promesa de que seremos consolados (Mt 5,5) y que en Jesús, hasta la tragedia de la muerte es ocasión de nueva vida. La felicidad cristiana se fundamenta en la cruz, verdadero puente entre Dios y los seres humanos, y manifestación plena del amor de Dios.

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