Dice el proverbio: «Por encima de todo cuidado, guarda tu corazón, porque de él brotan las fuentes de la vida» (Prov 4, 23). Y esto es muy serio, porque el mismo Jesús advierte que un corazón duro puede pervertir hasta la mismísima Palabra de Dios (Mc 10, 5) y desnaturalizar las realidades espirituales. El corazón se cuida del mal, cuya semilla es la aridez espiritual. Es preciso regar el corazón diariamente con una mente puesta en Dios y un corazón dedicado a su servicio. Un corazón ocupado en amar y servir nunca se enfriará ni se llenará de tristeza.
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Que el Señor te conceda su paz.