Los santos de Dios.

Una palabra más sobre el Bautismo, sacramento admirable:  en el día feliz de nuestro bautismo nos hicimos cristianos (ungidos), fuimos lavados (en agua y Espíritu Santo), recibimos la luz de la fe, fuimos consagrados como templo de la Trinidad Santísima, fuimos admitidos a la Iglesia como casa de los santos y a la gloria, que es la casa del Santo de los Santos... y junto a todas estas gracias nuestros pecados son perdonados. Por eso Pablo llamaba "santos" a los bautizados; ellos son merecedores de la gloria de la santidad mediante la unión a Jesús. En este sentido, ser santos no es tanto algo que buscamos, sino algo que ya somos... la santidad consiste en no dejar que se pierda la gracia bautismal que ya hemos recibido gratuitamente. Y esto solo se alcanza permaneciendo unidos al Señor, porque sin Él nada podemos hacer (Jn 15,5).


Comentarios