La prudencia exige de ti que leas todo a la luz del misterio de la Providencia de Dios, sin anticiparte a su voluntad ni buscando atajar o arrancar de Dios una respuesta inmediata. No todo en esta vida requiere de ti tu opinión o una acción; a veces simplemente debes contemplar y profundizar sobre el significado de aquello que contemplas, sin detenerte en pensamientos estériles o en la búsqueda de culpables. El Padre del cielo espera de sus hijos una obediencia filial, una prudencia humilde y un espíritu contemplativo.
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Que el Señor te conceda su paz.