Alegrías estériles.

Guárdate de ser como aquel terreno pedregoso de la parábola del sembrador, «donde no tenían mucha tierra, y brotaron enseguida por no tener hondura de tierra, pero en cuanto salió el sol se agostaron y, por no tener raíz, se secaron» (Mt 13, 5-6). Estos son los que sienten grandes impulsos de alegría al escuchar la Palabra y las cosas santas, se hacen grandes propósitos y se dejan ganar por emociones poco duraderas, y al poco tiempo fracasan, porque no tienen constancia (Mt 13, 21). Seguir a Jesús requiere serenidad y templanza, sin caer en explosiones de gozo en los buenos momentos o dejarse ganar por el pesimismo en los momentos duros; la fe madura no se escandaliza por el pecado ni se confía en sus propias fuerzas, ya que se fortalece con la práctica pequeña y cotidiana de las buenas obras. Si eres fiel en lo poco, recibirás a su tiempo obras mayores (Mt 25, 23).

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