Al hablar de la Eucaristía, Santo Tomás enseñaba que Jesucristo instituyó este sacramento y lo dejó a los suyos como singular consuelo en las tristezas de su ausencia. Es así como la Eucaristía es, entre otras cosas, un remedio para el sentimiento de abandono y soledad. Esto se verifica en la misma celebración del sacramento, ya que al acercarnos al altar del Señor para tomar este alimento espiritual, nos consolamos con la proclamación de sus palabras de vida y con el saludo de la paz de los hermanos y hermanas que también acuden. Incluso los enfermos que no pueden salir de casa sienten consuelo con la Eucaristía, porque se les envía de parte de un Dios que no se olvida de cada uno de sus hijos y a todos les da su pan cotidiano. No te conformes solo con pedir en la oración «danos hoy el pan de cada día»; acércate también a la mesa del Señor para recibir el pan espiritual que se te ofrece gratuitamente.
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Que el Señor te conceda su paz.