Aprender a escuchar.

Estudia y medita las Escrituras para que te familiarices con ellas y sepas distinguir la voz de Dios. Dios habla en la Escritura, pero su voz no está atrapada allí; sigue hablando en la historia y puedes distinguir su Palabra en los signos de los tiempos. Sin embargo, no podrás discernir si es realmente su voz la que te habla si no estás familiarizado con ella. Para entender la voluntad de Dios es necesario comprender su modo de hablar y, para ello, es preciso contemplar diariamente las santas Escrituras. De otro modo, solo te estarás escuchando a ti mismo y a tus caprichos, pensando que es Dios quien te habla y te manda cumplir tus vanos deseos egoístas.


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