Vivimos en el corazón de Dios, un corazón que se abre para derramar más vida y amor como nunca el ser humano lo había conocido. El anhelo de Dios es que nos sintamos amados y que nunca olvidemos que nada ni nadie nos separará del amor de Dios, manifestado en Jesucristo, nuestro Señor (Rm 8, 39). El Reino de Dios debe llegar, primordialmente, a aquellos que no se sienten amados, ni útiles, ni valiosos. El costado de Dios fue abierto para que el mundo descubriera su corazón y derramara sobre él su misericordia.
Comentarios
Publicar un comentario
Que el Señor te conceda su paz.