¿Tiene sentido hablar de alegría evangélica (es decir, gozo a causa de la buena noticia de la salvación) en los grandes momentos de dolor de nuestra historia y de la historia humana? ¿Esa buena noticia puede alegrar a quienes sufren la guerra, las hambrunas, la enfermedad y la violencia? ¿Escuchará alguien que llora una muerte las palabras de la vida?
Esto solo se responde con una verdad: la buena noticia no es solamente aquello que Jesús, el Señor, dice o enseña, ¡Jesús mismo es una buena noticia! ¡Él es el Evangelio! Y este Jesús, hombre verdadero, vino a abrazar (y por lo tanto a transformar) nuestro dolor y sufrimiento. Él se compadece y llora con nosotros; más aún, podemos decir que está más presente en los episodios dolorosos de nuestra historia, de la cual Él mismo se hizo parte al padecer y abrazar con nosotros la cruz y la muerte. El Señor está cerca de todos, pero mucho más cerca de quien sufre.
Esto solo se responde con una verdad: la buena noticia no es solamente aquello que Jesús, el Señor, dice o enseña, ¡Jesús mismo es una buena noticia! ¡Él es el Evangelio! Y este Jesús, hombre verdadero, vino a abrazar (y por lo tanto a transformar) nuestro dolor y sufrimiento. Él se compadece y llora con nosotros; más aún, podemos decir que está más presente en los episodios dolorosos de nuestra historia, de la cual Él mismo se hizo parte al padecer y abrazar con nosotros la cruz y la muerte. El Señor está cerca de todos, pero mucho más cerca de quien sufre.
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Que el Señor te conceda su paz.