La fe germina.

Este es un mundo hostil para vivir con honestidad la fe cristiana: se codicia lo pasajero, se ambiciona lo temporal, se privilegia el placer y se lucha por el poder. Al venir a este mundo, Jesús, hombre perfecto, nos enseñó a romper las leyes injustas que se fundamentan en el odio y la opresión, mandándonos amar, perdonar, reconciliar y restaurar todo en su nombre santísimo. La fe es una pequeña planta que aspira a ser un bosque, llenando de vida una tierra reseca por el egoísmo e infértil por el rencor.


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