Dices que quieres crecer en tu vida espiritual, y yo te digo que, si eso deseas, debes dedicar mucho más tiempo a las cosas de Dios y menos a las cosas temporales, por muy importantes que parezcan. El hombre contemporáneo trabaja al menos ocho de las veinticuatro horas del día, y el espíritu del mundo se asegura de que en ese tiempo (y fuera de él) no tengamos ni el más mínimo respiro que nos permita recordar que hay un Dios al cual adorar. Esto sucede porque el espíritu del mundo nos impulsa a adorar al dios dinero y a hacer lo necesario para conseguir mucho más.
Si ya es complicado introducir buenos hábitos en el ajetreo cotidiano, mucho más lo será aumentar el tiempo de oración y de cultivo de la vida espiritual, ya que ello nos llevará inevitablemente al dilema de elegir entre dos señores: Dios y el dinero. En la vida espiritual no se crece solo con buenas intenciones; hacen falta opciones radicales por el Reino de Dios y su justicia.
Si ya es complicado introducir buenos hábitos en el ajetreo cotidiano, mucho más lo será aumentar el tiempo de oración y de cultivo de la vida espiritual, ya que ello nos llevará inevitablemente al dilema de elegir entre dos señores: Dios y el dinero. En la vida espiritual no se crece solo con buenas intenciones; hacen falta opciones radicales por el Reino de Dios y su justicia.
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Que el Señor te conceda su paz.