Si la paz interior que buscas conservar se pierde fácilmente ante cualquier preocupación, no tienes verdadera paz interior. La paz es un don del Señor Jesús (Jn 14, 27) y no busca huir o eliminar las dificultades, sino superar el miedo que nos impide transitar en medio de ellas, según la enseñanza de san Francisco de Asís: «son verdaderamente pacíficos aquellos que, con todo lo que padecen en este siglo, por el amor de nuestro Señor Jesucristo, conservan la paz en el alma y en el cuerpo» (Adm XV).
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Que el Señor te conceda su paz.