Positivismo hipócrita

Ante la imposición de ser «positivos y optimistas» en todo momento y lugar, debemos responder con más humanidad, al modo de Jesús, que vive con intensidad tanto el gozo como la tristeza, el enojo y también la indignación. Las virtudes cristianas de la fortaleza y la templanza no nos invitan a responder a los momentos difíciles con una sonrisa disimulada y un «todo está bien», sino que nos llaman a imitar la paciencia de Jesús en su Pasión, asumiendo la cruz con serenidad, respondiendo a los injustos con la fuerza de la verdad, siendo misericordiosos y comprensivos con los que, por ignorancia, lo afrentaban y confiando todo en las manos del Padre. En ese sentido, hay que huir de la tentación de querer «conjurar», «decretar» o exorcizar las dificultades de la vida, ya que Dios no nos promete librarnos de ningún sufrimiento propio de este mundo. En un mundo de positivismo hipócrita y de resignación ante la injusticia, el Señor nos invita a afrontar las realidades difíciles confiando en su misericordia.


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