El misterio de la vocación.

Por muchos motivos, podemos decir que la vocación o el llamado de Dios al corazón humano es un misterio. Por una parte, es un misterio porque nace del propio corazón de Dios; de modo que, como dijo un santo, «el corazón habla al corazón». Es decir, necesitamos fortalecer nuestra cercanía con Dios si queremos profundizar en este misterio. Por otra parte, conocer la vocación o aquello a lo que Dios nos llama es lo mismo que querer adentrarnos en su voluntad. Alguien que desea hacer lo que Dios le llama a hacer es alguien que desea aprender a escuchar. Y lo que quiere escuchar no es otra cosa que su voluntad divina, porque a la escucha sigue la obediencia y a la obediencia sigue la santidad. La vocación es un misterio porque nos habla de la manera en que Dios nos quiere hacer felices.


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