Eres parte de algo más grande que tú mismo.


Dios revela su misterio: el misterio de su identidad para entrar en relación personal contigo y el misterio de su voluntad para que en ella puedas alcanzar a compartir su misma gloria. Para ello, Dios te pensó y en su pensamiento te amó aún antes de crearte. Una vez creado, te hizo capaz de entrar en relación con Él y de penetrar en su pensamiento divino, llamándote a una misión tan única como tú mismo. Y sin embargo, esa predilección de Dios no es exclusividad. Este mismo llamado a esa gran aventura llamada vida con Dios lo hace a muchos, tal como en siglos pasados lo hizo a muchos hombres y mujeres de todas las épocas de la historia. Y seguirá llamando a otros después de ti, para lo cual requiere de tu colaboración: transmitir la fe que has recibido de tus antepasados a quienes serán los creyentes del futuro, expandiendo así las divinas palabras de salvación y vida. Y por increíble que parezca, esta gran verdad es muchas veces ignorada.

Hoy existen personas con fe que genuinamente creen vivirla mejor y más perfectamente que nadie en el pasado, despreciando aquello que han recibido por herencia por considerarlo una creencia imperfecta, oscura o incompleta. Por otro lado, existen otros que, aunque reconocen que han recibido la fe como un tesoro, se han propuesto no transmitirla a nadie más y morir con ella, al modo de aquel hombre que escondió el talento que recibió por encargo en la tierra, en lugar de hacerlo producir (Mt 25, 14-30). A estos dos tipos de fieles y a cualquier otro que se reconozca como destinatario de la Palabra de Dios les conviene interiorizar este principio: eres parte de algo más grande que tú mismo. Aquello que tú experimentas hoy de bueno y gustoso al ahondar en el misterio del pensamiento de Dios lo han experimentado con mucho gozo muchos otros en el pasado, y este gozo los ha movido a transmitirlo a los demás. Por eso, tú estás llamado a transmitir esta tradición que has recibido (1Co 11, 23). Y si no te sientes llamado a heredar esta tradición, presta atención al dicho del Señor: «Vayan y hagan discípulos en todos los pueblos» (Mt 28, 19). Tú eres parte importante de esta gran tradición.

Comentarios