A la escucha sigue la obediencia y a la obediencia la santidad, pero no hay obediencia sin fe, ni hay santidad sin obras. La fe es la única forma en que puedo responder al llamado de Dios, porque si el Señor me dice «sígueme», no lo seguiré a menos que crea con pleno convencimiento que es mejor seguirlo que cualquier otra cosa que pueda hacer en esta vida. Al mismo tiempo, seguir al Señor movido por la fe ya es la primera obra o acción de santidad en mi vida, porque todo llamado o vocación busca mi santidad, es decir, mi plena felicidad en Dios.
¿Quieres ser dichoso? Busca la santidad.
¿Quieres ser santo? Obedece al llamado de tu Señor.
¿Cómo obedecer al Señor? Escúchalo (Mt 17,5) y haz lo que Él te diga que hagas (Jn 2,5).
¿Quieres ser dichoso? Busca la santidad.
¿Quieres ser santo? Obedece al llamado de tu Señor.
¿Cómo obedecer al Señor? Escúchalo (Mt 17,5) y haz lo que Él te diga que hagas (Jn 2,5).
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Que el Señor te conceda su paz.