Cántico de las creaturas VI

«Loado seas, mi Señor, por nuestra hermana la madre tierra,
la cual nos sustenta y gobierna
y produce diversos frutos con coloridas flores y hierba».

Reconocemos la maternidad de la tierra
porque somos hechos del polvo de la tierra
y a ella retornaremos al final de nuestros días.

La tierra es nuestra casa mientras vamos a la Casa del Padre;
es nuestra patria ahora,
pero somos ciudadanos del cielo.

Gracias, Señor, porque nuestro claustro es el mundo;
nuestro techo es el cielo;
en nuestra casa las paredes son las montañas,
la despensa son los anchos campos,
y bebemos de todos los ríos.

Alabado seas, Dios nuestro,
porque en todos nuestros hermanos,
en su fe y sus experiencias de vida,
podemos estar aquí y en cualquier parte que queramos.

Porque podemos adorarte «aquí y en todas las iglesias que hay en todo el mundo»,
nos hacemos hermanos de todos;
nuestra familia es toda la humanidad
y, junto con ella, toda la creación.

Bendito, alabado y glorificado seas, Señor.
Te damos gracias y te servimos con humildad.
Amén.

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