«Loado seas, mi Señor, por nuestra hermana la muerte corporal,
de la cual ningún hombre viviente puede escapar.
¡Ay de aquellos que mueran en pecado mortal!
Bienaventurados aquellos a quienes encuentre en tu santísima voluntad,
porque la muerte segunda no les hará mal».
El signo más grande de tu salvación,
Señor nuestro,
fue un escándalo y una locura para el mundo:
¡la muerte es el camino a la vida!
Bendito seas, Señor, porque decretas
que la muerte no es el final.
En tu voluntad dispusiste
que el terror de morir
fuera para nosotros esperanza de vida.
Esta nueva vida es eterna,
nos prometes que no moriremos más,
y, perdonando nuestras culpas,
nos preservas de la muerte eterna,
porque nos quieres a todos
en la casa del Padre.
En la debilidad nos haces fuertes,
en el dolor engendras la paz,
y para quien sufre hay esperanza:
muriendo en ti nacemos para la vida.
Alabado seas, Padre bueno,
porque tu Hijo nos ha preparado un lugar
para habitar por siempre en tu casa.
Que el día de nuestra partida
sea el de una muerte santa,
caminando con gozo y paz
a la gloria de la Pascua.
Bendito, alabado y glorificado seas, Señor.
Te damos gracias y te servimos con humildad.
Amén.
de la cual ningún hombre viviente puede escapar.
¡Ay de aquellos que mueran en pecado mortal!
Bienaventurados aquellos a quienes encuentre en tu santísima voluntad,
porque la muerte segunda no les hará mal».
El signo más grande de tu salvación,
Señor nuestro,
fue un escándalo y una locura para el mundo:
¡la muerte es el camino a la vida!
Bendito seas, Señor, porque decretas
que la muerte no es el final.
En tu voluntad dispusiste
que el terror de morir
fuera para nosotros esperanza de vida.
Esta nueva vida es eterna,
nos prometes que no moriremos más,
y, perdonando nuestras culpas,
nos preservas de la muerte eterna,
porque nos quieres a todos
en la casa del Padre.
En la debilidad nos haces fuertes,
en el dolor engendras la paz,
y para quien sufre hay esperanza:
muriendo en ti nacemos para la vida.
Alabado seas, Padre bueno,
porque tu Hijo nos ha preparado un lugar
para habitar por siempre en tu casa.
Que el día de nuestra partida
sea el de una muerte santa,
caminando con gozo y paz
a la gloria de la Pascua.
Bendito, alabado y glorificado seas, Señor.
Te damos gracias y te servimos con humildad.
Amén.
Comentarios
Publicar un comentario
Que el Señor te conceda su paz.